Cuando no desea dejarse ver
Y huye con su miedo animal
Porque advierte el daño que le espera.
Ulises Valencia, ya tiene con sus libros de poesías un tramontar seguro dentro de las Letras Peruanas. Poeta de una infinita densidad y de una condensación espiritual profunda, es un verdadero artífice de la palabra y del tema existencial en lo más singular del drama de los innumerables hombres marginales que viven en una urbe tan grande como Lima.
Sé que el poeta visita los Viernes Literarios, que dirige el poeta Juan Benavente. Allí nos hemos conocido, allí me entregó sus libros, y seguí de cerca, algunas de sus obras, últimas. Me impresionaron sobre todo, Tiempo (1995), Como el mar crece tu recuerdo (1997), y Nido de Sierpes (2004). Sé que el poeta también a publicado otras obras, como son: Un abismo de Luces (1983), Intensidades (1985), y Rambla (1982).
También me ha sido revelado, que la llamada crítica peruana no le ha comentado ningún libro, ni ha hecho un análisis de su obra, a pesar que su último libro, Nido de Sierpes, merece más de un ensayo, pues es un libro de poesía excepcional y maduro que nos invitan a hacer una reflexión esencial sobre lo acaecido no hace mucho tiempo en el Perú, a través de la barbarie de una moderna dictadura civil-militar, sobre un sector de la ciudad sin privilegios, siempre sospechosa en sus actos, marginalizada, intramurallada, vigilada, y además, violentada por la ley y el orden dominante.
Nido de Sierpes, ya el mismo título nos ubica ante la brutalidad que impera en ese tiempo y pone en tensión al lector, al introducirlo en un mundo lleno de espanto desde sus primeros versos. La carga narrativa y emocional del poeta hecha poesía-relato-monólogo, desde la perspectiva del tiempo subjetivo, pero conciente y sincero, nos pone ante un gran libro de nuestros días y nos entrega verdaderos elementos para hacer una reflexión existencial general, en el tema de la violencia y el Terror de Estado. Pero, por otro lado, en esta obra, y no al margen, como una flor genuina, también germina el amor del poeta hacia el hombre.
El libro, en su totalidad, es un cuerpo de monólogos hecho en varios capítulos, con secuencias poéticas- existenciales presentadas como en imágenes visuales. El libro recepciona la figura del Hombre encerrado en su celda (intramurallado por las circunstancias políticas sociales), y desde el yo subjetivo, que hace su metamorfosis, percibe y medita sobre los acontecimientos que le sucede y le suceden a otros individuos, en este país, en una parte.
El yo subjetivo, interiorizado en el drama de sus propias reflexiones, traspasa con su intelecto los „muros“ de su celda y nos pone en diversos escenarios, dándose una especie de transmutación del Yo, cuando este rota en un cambio de escenarios permanentes. A mi modo de ver, esta forma de escribir un libro hecho en capítulos a maneras de escenas y monologado, le permite a UlisesValencia, penetrar casi en nuestra propia piel, con el drama del hombre acosado psíquica y físicamente. Sus capítulos nos entregan la imagen del hombre desgarrado y afectado por la barbarie de los políticos y los militares antipatriotas declives al espanto y al terror hacia el pueblo.
Ulises Valencia, presenta en su obra , el Yo y los Túes-o los Nosotros- existenciales de la marginalización social. Su obra es casi un monólogo existencial, teatralizado, que llena muchas más voces aprisionadas por las instituciones y por la gente que está al servicio de un poder de barbarie, de un sistema social injusto e inhumano.
El poeta, también nos hace ver, cómo esa gente marginalizada, a base de schocks, y de una terapia de violencia, puede llegar a un desiquilibro, al miedo, a la pérdida de su propia personalidad, cuanto no de su propia existencia. Lo que justificaría, lo dicho por Calderón de La Barca, en su libro, La Vida es un Sueño: „Soy un hombre entre las fieras y una fiera entre los hombres“.
Ulises Valencia, desde una „celda“,abre el lente de su cámara, proyecta sus prismáticos, desdobla su Yo y trata un problema social general, en un tiempo social deformado, corroído por clases sociales mediocres que no tienen siquiera imaginación o alternativas para solucionar los conflictos sociales, sino que estas clases junto a las clases más conservadoras, o bajo una alianza, hacen uso del poder arbitrariamente, como algo de uso doméstico, y de abuso violento contra los otros grupos sociales marginados y en pugna.
2.- La celda y la calle, marcan los espacios de los intramuros y los extramuros del Yo-subjetivo. Ellos son los espacios lacerados que nos abren las reflexiones del poeta. Ellos son los espacios donde se confronta la marginalidad y el mundo donde viene el deterioro. En el umbral de ambos se posesionan los espacios de esos dos mundos diferentes, antagónicos y ambiguos.
Ante este umbral nace la reflexión de lo que el hombre es como ser social, y como va dejando de serlo cuando lo van enajenando, cuando lo van deshumanizando, y proclive a cualquier schock, ese individuo lleno de facultades y virtudes se va convirtiéndose en otro individuo. El poeta se pregunta: A veces no sé quién soy./ Y tengo miedo de cruzar el umbral / salir hacia la calle/ Tropezarme con el mar humano/ Y formar parte del barullo/ Del bullicio de las multitudes... Pero Quién soy yo?/ Y qué es lo que sé/ Para responderles nada?
El cuarto que le sirve como una prisión, le sirve al poeta también para desarrollar las ideas entre lo interior y lo exterior de la vida. El ritmo social enajenante, corrosivo y violento va penetrando en la celda, y es un ritmo artificial que va alterando la conciencia de los seres, que los va convirtiendo en otros. El poeta, ante este estupor, no está paralizado, solamente está impactado de ver la realidad de esos dos espacios, de ver su contrariedad, de saber sus límites, sus contrastes físicos y psíquicos. El poeta reflexiona para salir de esa celda, para cruzar el umbral. Y Ulises Valencia, Yo y Todo de los marginados, expande su Yo-subjetivo, y lo reparte hacia esos dos espacios urdidos en conflictos, los cruza mentalmente para identificarlos mejor, para definirlos.
Quién viene a mí/ Quién me llama/ Cuando a nadie espero/ Para decirles nada/ ... Escucho mil voces/ Que se pierden/ En lejanos cielos/ Preguntando siempre... También Ulises Valencia escribe: Oigo voces que me hablan/ como burlándose/ A veces la ciudad se burla./ Esa es su facultad/ Su decir sin más/ Su menosprecio.
En la marginalización, especie de enclautramiento, gravita la reflexión de lo que verdaderamente somos, lo que hemos sido y lo que nos vamos haciendo continuamente día a día en el ritmo de una violencia definida. También del cómo vamos perdiendo nuestras cualidades y nos vamos convirtiendo en otros seres, a punto de no pertenecernos a nosotros mismos. Entre esas paredes ve el poeta como el hombre va perdiendo aquella biografía que le fue dada, que fue aprendida y ganada como ser social, ahora, poco reconoce o conoce de los otros seres que le rodean, desde que se ha ido formando en otro ser, invadido por ese mundo corrosivo. Entre paredes, el poeta reconoce aún las voces, pero no identifica a los individuos, solamente conoce que hay voces amigas y otras que le hablan con menosprecio. De aflicción/ En las esquinas, en las calles/ Y en ésta tu sola habitación.
También los espacios de ese umbral, nos alejan o nos acortan de nuestros objetivos. Frente a ellos nuestras frágiles defensas/ No acostumbradas a golpe de batalla.
Al poeta se le rebela la duda, la desdicha, la inacción frente a lo que nos invade, pues esos espacios vuelven inactivos al ser, y allí no hay defensa, ni resistencia. Por eso el poeta concluye: (La inacción hace perder la distancia/ Y el camino).
En versos, más adelante, frente a la desolación que vive el ser frente a esa forma de existencia, lo percibe el poeta cómo el vacío llena el alma en contenido: Mi espíritu está enfermo, mi alma sufre/ En silencio en esta noche inmensa lloro...Y así te esfuerces/ Sólo el vacío de tu alma/ Veas exibir en la gran plaza. El hombre en ese tiempo duro ha caído en plana desolación, su forma de existencia es como una lágrima amarga que siempre está oculta. Nadie en tu soledad/ Nadie en tu llanto amargo... Acaso alguna vez/ Visitó mi casa la alegría? Pareciera que también Ulises Valencia llegara a las conclusiones de César Vallejo ante esa indiferencia, y escasez de valores humanos frente a lo que acontece: Hay golpes en la vida, tan fuertes, yo no sé...Y el hombre, pobre y pobre, vuelve los ojos locos... Extremos que surgen de esa marginalización polarizada.
El vacío, la soledad y la nada, también emergen como una triada en el ser que sufre las desdichas. Cuando todo es caos/ Y nada se hizo/ Para que haya un día diferente...De vacío y soledad/ Te hacen notar horas perdidas.
El vacío, la soledad, la nada, son los elementos substanciales en la poesía de Ulises Valencia. Las horas, y el tiempo transcurren dentro de esos elementos, tanto en lo físico como en lo psíquico, en donde el hombre va mutando a una nueva piel, signada por el acontecimiento, acogida por el miedo que el hombre tiene ya en sí mismo.
En esas horas trascurre ese vacío, el hombre se llena de ese vacío, forja las imágenes de un nuevo mecanísmo como de un reloj silencioso, como también lo percibe y expresa el poeta peruano Julio Aponte, el reloj en sus silenciosas manos. Allí en esa soledad, distinto al vacío y contrario a el, el hombre se llena de reflexiones diferentes, se llena de dudas que también hacen notar las horas perdidas por esos nuevos cambios que encierra su vida.
El vacío y la nada son actos subjetivos y psíquicos de ver las cosas en el mundo, tal vez surja esa idea al observar las cosas en el proceso de transformación de la vida hacia otro ritmo diferente, a un nuevo mecanismo que se da, al ir mutando a otra piel. Antes hubo algo ya formado, estructurado de otra manera, los seres tuvieron otra cotidianidad, otro trato, otra correspondencia, los días y las horas fueron diferentes. El proceso de lo nuevo hace diferente lo viejo, teniendo aún este algunas cualidades de lo anterior. Pero, en un momento de rigor y de choque, los hombres, notan esos cambios repentinos muy fuertemente, y se dan procesos psíquicos nuevos en la conducta de los hombres.
El vacío es la falta de lo anterior que condicionó al ser, es lo que ha sido y lo se va despojando en el hombre. Ahora queda un hueco, llamado nada, que solamente llena el alma. La soledad es lo nuevo en el hombre de la celda, pero es necesaria para la meditación del yo subjetivo, y tan necesaria para llenar las horas y los días de imágenes, de recuerdos y de desvaríos, de algo que que aconteció, y para hacerse a un camino de esperanza, de optimismo: Para ver aunque sea de reojo/ Pequeñas cosas del que se nutre la vida... O también: Espero una mañana hermosa/ Como no hubo jamás.
También la nada existe, en cuanto a lo perdido, a lo que nos ha sido arrebatado, y también como sinónimo de vacío. La nada surge con el tiempo subjetivo, surge de la comparación de lo que fue y lo que ya no es, frente a lo que hubiera sido. La nada resulta como una disposición de pensar sobre la medida de una pérdida anterior, que no suma, sino resta. A veces simplemente/ Hay un vacío en rededor... Y la sola vuelta / Por pedregales sempiternos/ De vacío y soledad.
Donde se dan estos elementos hay siempre la duda, y ella se encierra en la reflexión. No hay día diferente cuando no se hizo algo. El caos no vino de Dios, lo hicieron los hombres, y nada se hizo, nada en bien de los otros, nada que hiciera cambiar el curso de la vida a un mejor estado, sino al contrario, esto fue en medida una terapia, un schock donde se generó solamente el miedo, y aún más, ahondó la marginalidad de los hombres. Por lo tanto, esos seres afligidos, colapsados, no son la obra de Dios.
Emerge también de la mente del hombre de la celda, los sueños y las imágenes diversas de su mundo subjetivo y pensante, en su orfandad, en su miedo, como en su locura. Ellas se acentúan más, cuando se asignan procesos de mutación en los hombres en los momentos en que gobiernan el terror y la violencia. La vida en la marginalidad es zozobra de mares cambiantes, ríos embravecidos: Una borrasca/ De oraciones que no cesan. Un penar constante/ De calles malolientes/ Entre paredes que transpiran/ Su orin de siglos. A veces nada existe. Solo tus ojos abiertos/ Y este sueño de locura e inacción.
La vida en ese intramuros también puede ser circular en ideas y imágenes. La vida es un ir y venir, un devenir que se encierra en un espacio circular, con sus imágenes que saltan de nuestros recuerdos, y que pasan con sus interrogantes, y otras que pasan solamente. El final o el inicio de la imagen no importa. El final puede ser el inicio de nuestros sueños y viceversa. La vida en esa celda, puede llevarnos a una inacción. La inacción física o psíquica del hombre puede ser la consecuencia del choque sufrido que lo condena a la imposibilidad de un actividad. Un darse vuelta a una esquina. Tener una novia, tal vez varias/ (Así se estila en estos días)/ Pero siempre al gusto propio. El poeta, en medida justa, busca sus propios desenlaces.
En su monólogo existencial, Ulises Valencia, ahonda sobre el problema de la justicia y la injusticia en nuestro dolido Perú, donde la desonestidad y la corrupción es como un privilegio de las clases gobernantes, aquello que también es una lacra general en muchos pueblos latinoamericanos y otros pueblos del planeta. Cómo creer en la justicia/ Con tanta injusticia noble hermano?/ Cómo sacar la cara por los guardias/ Si se venden o se prestan para el juego?/ Cómo decir que hay un hombre honesto/ Si todos son hombres disfrazados?/ A quién recurrir entonces/ Si no hay nadie que inspire confianza?
Por eso, su razonamiento es de condena, cuando nos dice: Soy mi mejor juez y mi verdugo.
3.- Los de la violencia, y del schock como terapia
Has visto como se agazapa la fiera/ Cuando no desea dejarse ver/ Y huye con su miedo animal/ Porque advierte el daño que le espera.
El gran Maestro, Calderón de la Barca, en su célebre obra, La vida es un sueño, en el monólogo de condena de Segismundo a la sociedad indiferente, escribía: „Soy un hombre entre las fieras y una fiera entre los hombres. Conservando las distancias, el lenguaje, y los objetivos de estos dos libros, Ulises Valencia nos hace ver, que la marginalización extrema, es una vida de condena para el hombre, una vida en la cual el tiempo pasa circular, llena de temores, sin aspiraciones, y que el penar y la oración es un acto defensivo frente a todo lo que se nos viene, y que ella continúa, aún cuando este sometimiento nos cambie en otros, y nos mute la piel hasta ponernos la de una fiera. No nacieron los demás, pues si los demás nacieron, qué privilegio tuvieron, que yo no los tuve jamás, escribía también magistralmente este mismo Maestro español del Siglo de Oro.
Al otro lado, tras ese umbral, hay otros espacios diferentes, y son las zonas acabadas por la mejor arquitectura, y limpias sus calles anchas y con jardines y flores. Ese es un lugar, en donde no parece que el caos hubiera llegado sino la mano de Dios, allí viven los seres previlegiados. Ellos son los otros, mejor organizados socialmente, los que cuentan con la gran propiedad y las inmobiliarias y manejan los capitales en los bancos. Ellos dictan las normas para la gran ciudad, los que hacen los proyectos y reparten la „justicia“ para los sectores marginados. Ellos son el pensamiento de las leyes, los que escriben los tratados sobre la política y sobre normas morales, lo que determinan lo que debe darse y hacerse, los que manejan las instituciones, los que disponen de las fuerzas armadas, los que hacen los cambios cuando creen necesario, sobre todo cuando los sectores marginales se rebelan. De ellos viene la violencia, el schock, como una terapia probada históricamente de diversas maneras, y con resultados diversos.
De esta terapia de leyes resultan individuos colapsados, hombres sin memoria, gente perdida entre los edificios de los hospitales de psiquiatría. De esa terapia también resulta el tiempo para profetas y psicoanalistas, la diversión de la prensa, en vez de la reflexión para las masas marginadas, sin perspectivas sociales.
La no solución de los problemas vitales de los grupos marginados y en rebeldía, invita a estas clases privilegiadas a mantener sus intereses por la violencia. La violencia por mantener el privilegio es la bestialización de la vida, es la condena del hombre marginado, que lo lleva a penar o dar un paso hasta hacerse una fiera.
Pero, quién se hace fiera primeramente o tiene que mutar primeramente con esa terapia mental para llegar a ser el ser más oscuro, y para aplicar las leyes y rigores de la selva?, quién lee ese tipo de manuales sacados de los archivos de la violencia, sobre todo, de países europeos o de los Estados Unidos? Qué clases tienen que imaginarse lo que puede suceder o va a suceder con ese schock a la parte marginalizada una vez transpuesto ese umbral? La transformación, primeramente, es una metamorfosis de las clases dominantes, que surge ya con la competencia por los mercados. Ellas son las primeras en trapasar ese umbral. Después: El hombre es el lobo del hombre, como escribiría el filósofo inglés, Thomas Hobbes (1588-1679).
Cuando la violencia traspasa ese umbral se definen los límites de los dos espacios, se llega a la barbarie que hace posible la bestialización del hombre. Las clases privilegiadas tienen que usar todo su poder para lograr sus objetivos: Primeramente, realiza una terapia con sus leyes draconianas; le siguen a esto, el amoldamiento de las instituciones bajo sus dictados; y después, el cumplimiento y su vigilancia, ejecutados por los policías y los mandos militares, en una parte dóciles al poder. Cuando se pasa el umbral, el tiempo se hace circular, la caverna está presente, la mutación llega a la piel y al cerebro. El tiempo se ejecuta solamente en forma vertical, como en una caída precipitada.
Pero Ulises Valencia, no ha olvidado que la defensa del ser es su propia resistencia. Es la resistencia del ser que lucha por otros seres sumidos en esa misma orfandad, que lucha por ser mejor, por solucionar esa calamidad, esa desgracia que nos azota. Verle al sol la cara, como lo dijera el poeta peruano, Alejandro Romualdo. Aquello es como un acto de defensa del ser con la misma vida que nos ha sido dada, que nos ha convertido en seres humanos desde nuestro nacimiento, en seres humanos en fortaleza y con vigor en nuestras aspiraciones.
El poeta no ha olvidado que el acto de optimismo, es una lucha del sueño con el propio yo, y los otros yoes o los túes o los nosotros para ser mejores, y que ella también se puede dar en los límites del umbral, y dentro y fuera de la celda. Cómo hacer para revertir esa suerte?/ En que lugar ocultarme para volver después?/ Renovado, vital, yo mismo.Cuando luchas por ser quien eres/ Y nadie cree en tí/ Ni en la estrella que te guía...Cuando al correr por la avenida/ Saludas a todos/ Pero nadie se da por enterado... Desfilan por tu mente días felices/ Que acaso no vuelvan pero/ Los esperas como hoy, vanamente...Equivocado está el gentío y la manada/ Pero quién va a decirles de su embrollo.
Nido de sierpes pareciera haberse formado a base de escenas subrrealistas, como un sueño de locura a lo Salvador Dalí, a lo Hieronymus Bosch (El Bosco), o bajo una esencia pictórica goyana. No! Ello ha sucedido en el Perú no hace mucho! Cierto, que Ulises Valencia se vale de la creación de escenas como las que se suceden en un teatro, como hojas desprendidas de cualquier estación del año. Y ellas se nos vienen a los ojos abiertos y a los ojos cerrados, aparecen en la nada que se va, en la nada que se nos viene, en nuestra soledad, y en la soledad en que reconstituimos nuestra memoria histórica a pesar del tiempo duro que hemos vivido.
Bajo estos elementos nehilistas y subrrealistas como ingredientes, nadie sabe si ese escenario es cierto, si el actor es real, si lo que está allí verdaderamente existe o hay que rehacerlo. La duda, es ahora, no un suplicar a lo que no nos llega, no es un pedir de cosas con oraciones para siempre, o devenir en lo mismo, en lo que ya fue, sino en forjar la esperanza y el camino hacia la luz.
No en vano se ha dicho, que un buen libro, también puede ser comparado con otro libro que ha hecho época en la historia. El teatro también es la vida en sus grandes acontecimientos, cuyo bisturí desnuda la piel de una sociedad tensa, llena de angustias, y conflictos sociales polarizados e indisolubles. Y en ello, el gran poeta español, Pedro Calderón de la Barca, autor de la obra, La Vida es un Sueño, pareciera ya no estar en la España del Siglo de Oro, sino haberse trasladado a un mundo subdesarrollado y marginalizado. Pero, en La vida es un Sueño, Segismundo, Príncipe de Dinamarca y heredero de la corona, y a la vez, el personaje central, establece su monólogo existencial frente a la injusticia de la sociedad y de su padre. El rey angustiado, al saber los designios del oráculo, y creyendo que va a ser muerto por su propio hijo, trata de evitar esta desgracia, y condena a su hijo a la prisión y a las cadenas.
En el Perú, bajo la dictadura civil-militar del peruano-japonés, Alberto Fujimori, fue establecida la violencia extrema en complicidad con las clases dominantes, los partidos tradicionales, los mandos militares oportunistas y antipatriotas. Las clases dominates, al saber la eclosión y la rebeldía de los marginados, su potencialidad de intentar otro camino para hacer los cambios, adopta por la terapia y el bisturí, con su choques de nuevas leyes y la violencia y la dictadura civil-militar se establece en todo orden. (1) Y algo parecido, en nuestros días, pero más refinado, se sucede con la política de los Estados Unidos, como nación que se llama civilizada y donde la democracia, según ellos es un superlativo.(2)
En Segismundo, Príncipe de Dinamarca, el tema es competencia del Yo-existencial, o individuo en conflicto con el padre, en el cual el poder está en juego y la libertad . En Nido de Sierpes, la reflexión del poeta va a la totalidad de la sociedad peruana, remitido a ese Perú entero, y ello, se hace algo general en la lucha por la libertad de nuestros pueblos, para salir de lo que nos es enajenante, para salir de los métodos de terapia que usan las clases dominantes para hacer más dóciles a los hombres.
En Ulises Valencia, el medio para lograr esa libertad es condicionar el amor a la palabra, a la esperanza, a la reflexión a una lucha trascendente, aún inconclusa.
José Pablo Quevedo
Bernau, Octubre de 2007
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Tres Cartas-Comentarios de Raúl Gálvez Cuéllar (tomados en forma fragmentaria) a José Pablo Quevedo, sobre Ulises Valencia
1.- Te "metiste" en la psique y drama de Ulises, y has especulado bien, es un buen trabajo de anàlisis, has escrito sobre el Terror de Estado, de la "prisiòn" del hombre y su desgarro existencial. En todo ello coincido contigo, y en que quieras confrontar al Poder, ese poder organizado, establecido y legitimado por los tantos políticos que nos han gobernado y que nos gobiernan todavìa. Te felicito JP por esta aproximaciòn a la poètica de un amigo que conocemos, y que es habitùe de los Viernes Literarios. Has captado su sufrimiento, su anonimato en la gran urbe, su desencanto y frustraciòn.
2.- Me ha gustado cuando mencionas a Dios, sin EL nadie serà feliz mi hermano Josè Pablo, ayer hemos reìdo y reìdo en medio de juegos , toda mi familia, sin haber tomado ni una sola gota de licor, creo que esto es felicidad, me disculparàs que esto te cuente, pero es que està fresquito y tù sabes que escribo lo que me viene a la mitra. Acabo de leer tu crìtica fundada y sagaz, Ulises es un Poeta con mayùsculas, no importa que la Crìtica acomodaticia y chupasangre lo ignore. Has manejado bien tu escalpelo.
3.- Valencia es un inmenso poeta, hondamente humano, soy su sincero admirador, y èl tambièn de mi poesìa. Es el tìpico poeta de la marginaciòn, dirìamos de la auto-marginaciòn social, el habitùe màs legìtimo de los Viernes Literarios. Por ello, noto que coincidimos en el anàlisis, y es que nosotros, sin ninguna pedanterìa, sabemos leer poesìa y no versìculos intrascendentes. Necesito las hojas ya escritas, màs aùn si los correos son extensos, es la forma como trabajo, en base a documentos, si bien aprendo poco a poco esto de los CDs. Lo que quiero precisar es que ansìo leer tu enfoque filosòfico sobre el poeta y filòsofo pràctico que es el gran Ulises, a quien posiblemente vea mañana en San Miguel. Quiero ir juntando documentos alusivos que destilan tu filosofìa, y pensando pensando (no hay errata), injertar posteriormente los mìos, como buscando las mezclas exactas, armònicas e irrefutables de una Posiciòn frente al Mundo, lo que al fin y al cabo es todo cuanto podemos hacer, mi querido amigo y poeta. Abrazos
Carta del Poeta José Pablo Quevedo al Poeta Juan Benavente
Aquí el envío del Doc. sobre nuestro comun Amigo y Poeta Ulises Valencia, trabajo en el cual, haberse metido en la psicología del Poeta es como haberse metido en el alma de nuestro Perú, sobre todo, en una época desagarrada por un totalitarismo civil-militar. La totalidad de todos sus versos reflejan esos momentos a lo largo de un contexto histórico de nuestra vidas como Estado Republicano, y nos hacen ver la dialéctica regresiva de una totalidad repetitiva y diferenciada de las clases metamorfosas que aún repiten de una u otra manera sus métodos permanentes de agresión a las clases populares y su imposición de Poder, sobre todo en épocas polarizadas por las contradicciones sociales.
Muchos de los versos de U.V son el reflejo del abuso de la violencia implantada por la clase dominante, la marginalización, y del estado psíquico de los individuos reales conducidos por este Estado; enajenados o ya sin ideas, individuos que se requiere en cualquier sistema de opresión para ser simplemente manipulados.
Pero, por otro lado, también es la conquista de U. V. la reflexión sobre la RESISTENCIA, frente a cualquier pasividad, frente a cualquier requebrantamiento de la intelectualidad, frente a cualquier diletantismo.
Me alegra, la reacción de los intelectuales peruanos frente al caso de Melissa Patiño. Creo, que esta lección, debe ser siempre puesta como un ejemplo, frente a los políticos que se desean una intelectualidad "sin ideas", "no pensante", "lobistas", o diletantes. Y creo, aún más, que estos intelectuales con convicciones, están muy cerca de las ideas de José Carlos Mariátegui, y de su obra.
Un abrazo por ese Homenaje y mis felicitaciones a Ulises Valencia.
José Pablo
Alemania, Junio del 2008
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