Breves impresiones sobre las obras de los poetas mexicanos Roberto Hurtado, Pedro Mena Bermúdez, Javier Malogón, Dana Gelina, y Pablo Paniagua.

Nos detenemos en algunas lecturas de los libros que me han entregado algunos poetas de Salamanca, Dolores Hidalgo, Guanajuato, y después en León, también nos dejamos motivar por algunas opiniones de algunos de sus críticos sobre las ideas que se expresan sobre un conjunto de libros que me han sido dados. Se establecen relaciones en cuanto a los temas nuevos, en cuanto a sus jóvenes y adultos creadores, en cuanto al público lector y la satisfacción de las lecturas, o simplemente del orden estilístico. Noto la satisfacción de muchos de los resultados, de los logros que en diferentes universidades con sus publicaciones y centros culturales. El interés que hay en los libros publicados, me indican los avances que dan en este campo de la creatividad, aun cuando rápidamente repasando la crítica denoto que no muchos lectores leen poesía, y algunos críticos piden aún poner más atención en ella para sensibilizar a los lectores en este campo de la creatividad humana.


Esto lo conoce también el crítico mexicano Luis Fernando Brehm, quien en su libro, La vida hecha palabra, escribe: “Con la poesía aprendemos a sentir y a ordenar desde la propia esencia de lectores el mundo, y apreciamos mejor, tanto el tejido de los signos lingüísticos, como los textos de la vida extraliteraria, que es fundamental, con el apoyo en los signos del poema. Una cultura poética puede engendrar un mayor amor por el ser humano, por la naturaleza y por los objetos, un gusto por el presente, que simbiotiza la memoria histórica con los diseños del futuro.”

También en el prólogo de este libro pedagógico, el crítico nos refiere sobre la “otra voz”, la voz de la imaginación poética. Su autor escribe: “En oposición a la producción poética del siglo XIX, en que el poeta cantaba más la experiencia de los otros y de la patria, la fiesta y el folklore, lo anecdótico o religioso en el siglo XX, se empieza a independizar la voz de las circunstancias y en cada década se escucha más alta la palabra de la interioridad hasta llegar el lirismo en plenitud hacia finales del siglo.”

Las épocas en sus esencias, son procesos sociales cualitativamente nuevos, que determinan el contenido y las formas artísticas de los creadores, y ellos desarrollan sus trabajos en base a todo un nuevo instrumentario que les confieren ellas mismas. Como sabemos, las formas materiales de producir la vida, reproducen las formas espirituales en la Literatura y el Arte, también relacionan, de una y otra forma, su correspondencia con las estructuras sociales; también la tecnología y conocimiento científico aumentará la capacidad de conocimiento del autor haciéndolo más elevado, o permitirles innovar o negar lo que en las épocas anteriores se ha creado. Pero esa negación no es algo mecánico. Por eso, el artista o el escritor, el poeta al disponer de un nuevo instrumentario de conocimientos “globales” -en este tiempo-, y es influido por los nuevos contenidos y por las nuevas formas creativas universales.

En esta relación siempre hay una dependencia entre los cambios cualitativos que nos concede una y otra época desarrollada, ya que también los contenidos y las formas de creación se diferencian de una y otra época, en donde el literato o el artista mismo se envuelve en la piel de su tiempo y crea su obra con los temas que ella misma le confiere, y de ella -el verdadero creador- debe de salir o no victorioso.

Para el filósofo Arseni Gulyga, en su análisis e interpretación del pensamiento de Hegel en cuanto a su relación con la historia, nos dice, que el pensamiento humano en cada tiempo es igual y es diferente, solamente a través de las condiciones específicas de su desarrollo. Siempre se acercaba Hegel a posiciones fundamentales del pensamiento de la historia, que en cada tiempo estaba penetrado a través de la atmósfera intelectual. **

** Gulyga, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Biografien, 1980, Verlag Philipp Reclam jun. Leipzig, Seite 17.   (Traducción lineal del alemán al castellano por el autor)


En líneas más adelante, Luis Fernando Brehm, afirma sobre estas relaciones válidas para todas las épocas en el hombre creativo que vive en la piel de su tiempo: La vida depende del modo como el hombre usa el lenguaje. El poeta tiene que asumir qué tipo de lenguaje es el suyo, cuál es él que dice, desde el tú, la otredad; cómo nombra la vida, el ser, el hacer; cómo expresa con palabras - ¿qué palabras?- la situación interior de su ser, el estado anímico, los deseos, ¿con qué imágenes -comparaciones, metáforas...-revela lo real? El poema es lenguaje y desde él canta el tiempo. La palabra al lector, su edad, al verla acompañada de otras palabras y decires. La palabra es historia y a veces, en el poema, está para admirarse como pieza de museo, hasta que el poeta de nuevo, la recoge, la acariña y la reestrena con otro ser. Hay palabras, hay poemas que tienen la belleza de lo antiguo, y desde los balcones del anticuario se contemplan, aunque el decir se esté apagando.”

Cierto también, que algunos creadores “no se renuevan” y para ellos “no pasa el tiempo”. Pero hay quienes se adaptan a las nuevas épocas, y otros, ven en ella una necesidad de transformación de sus propias obras de creación.

En mis lecciones magistrales sobre Arte Regresivo he escrito: La época actual moderna le concede al creador el conocimiento metodológico de la dialéctica en regresión, es decir, apreciar las repeticiones regresivas diferenciadas en cada época social evolutiva en el desarrollo del Arte y la Literatura, y de ella poder establecer entre una y otra época sus comparaciones más trascendentes y esenciales, pero también ella misma lo dota de un nuevo instrumentario, que le hace conocer la base tecnológica y científica en que ella se desenvuelve. No hay entonces una barrera que impida el desarrollo de un Arte y de una Literatura que no vaya acorde con el tiempo y denote sus exigencias, y por ejemplo, hasta el ratón de la computadora, nos puede servir como un pincel para dibujar o pintar también en lo que pretendemos mostrar a nuestros lectores.

Hurgo en algunos libros que me han sido dados por algunos de sus autores, pero también me intereso en otros escritores que han grabado su perfil dentro de una trayectoria literaria mexicana. Dentro de los cuadros poéticos literarios que recepciono observo las tendencias viejas y nuevas en que se desarrollan las obras y los contenidos de esta Literatura, pero también las influencias que sufren bajo el acontecer de nuestra época.

Algunos temas fluyen y se forjan bajo los nuevos contenidos epocales, otros escritos poéticos animan aún los recursos de otras épocas. La lucha entre una y otra dinámica se continúa en la arena de los acontecimientos continentales y mundiales. Oigo lo que escribe el poeta Roberto Hurtado de Salamanca en su poema Definir la poesía:

La mente alucinada/ gestando ideas a expensas del sueño/ pensamiento y tiempo se confabulan/
borran las líneas de la lógica,/ atraídos hacia las sombras, / imitando a la lechuza y al murciélago/ símbolos de las fuerzas de la noche./ceguera: /fortalecida por la voluntad, /la transparente / fragilidad del espíritu /se desvanece. /El temor es combatido por la luz/ la chispa brota /enciende la llama:/ La vida que me habla/ el cosmos que me habita.

Pero en la escritura del poeta Pedro Mena Bermúdez siento el escepticismo lapidario y actual de muchos jóvenes, ya sin la creencia de lo que ahora nos significa y garantiza el término “patria”, ubicado dentro de las metas de un territorio o lugar de nuestro origen, y que ahora es área de conquista y de luchas y de violencia y de intereses por los clanes modernos de la política y de la economía.

Lo que antes fue imaginado bajo los ideales de una Revolución fue traicionado y bajo nuevas realidades, los políticos conservadores y los mercaderes, hacen un mal uso de ese término. Pero, tal vez, desde las metas de una vertiente de integración continental más humana, nuestro poeta, vea esta contradicción antagónica y le da otro significado.

La disconformidad de Mena se levanta contra un Estado instaurado, el que cree hallar la sobriedad de todos bajo el uso de esas cinco palabras, pero todo lo contrario sale de su libro Pútrida voz. Leamos: Nací en el ombligo de la luna/ y no siento amor por la patria./ No me perdonen el parricidio,/ no doblaré mis rodillas/ ni volveré la vista al piso/ solicitando clemencia.

También el poeta Javier Malogón me entrega su libro Rosa canela del desierto, noto que en su poesía hay un cielo sereno sin rayos de tormenta, pues su lírica transmuta en otros anhelos, bajo la paz y la armonía, sus poemas condensan casi los ambientes del Cantar de los Cantares en sus poemas breves de amor.

Eres la paloma que los dioses pusieron en la luna: Sabes a pan; Paloma/ eres la tierra de leche y de miel / la prometida/ maná de mi hambre/ espíritu del vino/ embriagadora

De las manos del Filósofo y Escritor Demetrio Vázquez Apolinar, recibo el libro “Altos Hornos”, que pertenece a Dana Gelina, y veo a través del mismo libro, la trasmutación de una época rápida de un poblado mexicano cuyos territorios fueron convertidos en fábricas para la siderurgia del acero y su gente pueblerina se hicieron trabajadores de las fundiciones, pero después, toda aquella ilusión de las fábricas quedó convertido en el polvo del desierto de una realidad para ser contado en el “Hubo una vez“, o un hecho que rescata y se forja en la poesía de Dana Gelina bajo su propia experiencia personal, una poesía de marcado realismo elevado, y en la cual su yo, nos muestra en sus poemas breves, un lenguaje auscultativo y dimensional que va refrescando un tiempo dramático. Hay en sus cuadros la espátula de la neta artista creadora. Leamos, lo que escribe su autora: En el patio del tercer grado,/ justo antes de que alguien / lanzara al suelo una moneda de níquel,/ la hija de un obrero de tercera clase nos contó: ./ Ellos tres existieron. La hija de un obrero,/ un hombre que cae/ y su mujer.

En Guanajuato conozco a Pablo Paniagua, un escritor sobrio y experimental que ha editado varias novelas y relatos en prosa, él lleva consigo sus libros de bolsillo, hechos artesanalmente por su ingenio, su elaboración no se distingue de las casas editoriales, pero sí sus conceptos literarios elaborados contra el mundo de lo vanidoso de las grandes ediciones de las casas editoriales que nos muestran cada vez ese vacío que hay en la lectura y la elección de la buena literatura o destinada solamente a la consagración de unos cuantos privilegiados. La obra que su autor me muestra, es El Mono Cibernético, un experimento narrativo, un personaje que después de beberse un brebaje de peyote en los desiertos mexicanos, se convierte en su mono y desde ese ser, se hace trasmutante en cuatro de los personajes de su relato. Un ser hecho a lo Aia Payec, un personaje que, según la mitología mochica, se puede convertir en varias cosas, pero en este relato esas mutaciones obedecen al momento moderno y a la disposición de la técnica del lenguaje.

El relato, aunque de otra manera escrita, me hace recordar en algo a uno de los personajes de Bilis Negras del chileno-alemán, Mario Markus. El Mono Cibernético nos recrea y nos hace reflexionar con su narrativa sucesiva y con el lenguaje de sus protagonistas. Estos personajes que se hallan introducidos en el mundo de lo moderno de la técnica, de internet y de las páginas web. Pablo Paniagua, conocedor de ese nuevo instrumentario, también logra hacer saltar a sus personajes por diversos tiempos y situaciones, los sabe relacionar en sus conflictos y episodios y en el mundo en cuestionamiento hecho a la manera de ensayo crítico.

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