OROVELA Y LOS DESHIELOS DEL TIEMPO DE JOSÉ PABLO QUEVEDO

Por Carmen Váscones
Diciembre 15, 2008


La huella pasajera del tiempo se derrite con el fuego de la vida. El poeta siente la llama que se queda de algún modo imperfecta e inabordable.


“Te plantaste en mí y dentro de mí”.

La nostalgia de la ceniza mezclada con el agua cubre el cielo con los desvelos. Busca encontrar aquello que sigue pegado en la memoria.

“Tus ojos los he perdido/ en otro firmamento./ Desde una montaña/ alcanzarlos quisiera”

La quimera duda frente al orgullo que yace frágil y invulnerable frente a lo deshabitado que se creía para siempre. El aguijón de la cicuta duele en la piel del amado que saborea la amargura del mismo placer pero sin retorno.

Las palabras dan otras lecturas. El mismo escrito sin embargo distinto.

“Como devolver ahora prendas al infinito/ si la luz está en tus manos”.

Quién es el amor que embiste el vacío y calma la soledad por un instante.

¿Quién soy yo en ti? ¿Quién eres tú en mí? ¿lector y poeta desmantelados?


Clama e interroga la poesía a los habitantes del orbe. El poeta se redime y se responde.


“A la soledad no le temo
Ella es huelladora y es memoria”

¿Cómo?


“Y tu aguja que me está dando puntadas en el corazón”

Como que el dolor fuera un statu quo en la caída. Ahí la gravedad es prueba de resistencia como alpinista colgando en el abismo. Quién soporta la resaca y se sumerge dejándose sentir en la otredad . ¿Podrá acaso sentirse como Dante, que no se dejó tocar por el fuego estando dentro de él, y ni siquiera hizo quemaduras que le impidan llegar y dialogar con la divina amada.

Pareciera que la voz del poeta nos deja con la inquietud de que el amor no tiene que quedar en “glaciales perpetuos”, ni desbordarse en “deshielos prematuros”.

Los extremos llevan a la catástrofe ¿Cómo hacer un equilibrio?

A veces los desastres entre dos son inevitables, a nadie le gusta quedar sepultado en el alud del olvido y el desprecio ¿Y acaso el amor no es todo eso y algo más?

Ya el grito avisora la cuerda floja donde el poema tensa otro lado.


“Y levitar/ y para caer/ en el vacío más amado”.


Quien recicla el amor recicla la muerte y resiste a la vida como aliado. También orilla el alba de los cuerpos que fenecen el placer sin temor a encontrarse con alambres de púas; ya esto es otra provocación donde el nacimiento es excluido del origen.


La germinación no tiene oportunidad porque la batalla mutila los rincones del verbo hilado en la infancia de la tierra.

¿Quién despuntala la memoria? ¿Quién nos quita de nosotros? ¿Quién eres tú que picoteas el tiempo como hielero arrancado de la soga que sostenía el regreso ?

La luz cincela la forma como alpinista haciendo maromas al siempre mismo hastío.

“No hay fatalidad para el soñador que improvisa/ o para quien no persigue una medida perfecta”.

Y por qué no

“Soñemos en lo que nos es inimaginable”.

“No es lo mismo un vacío armado” que un vacío amado.

El poeta escoge el movimiento con péndulo de su imaginación, lo pluraliza en el goteo de los recuerdos. “ Los deshielos del tiempo son la dimensión del olvido”.

Le incorporo a este movimiento del desprendimiento: el yo del refugiado

“Cae vacía mi intimidad/ Cuando nos abandonamos a nuestros propios deseos”


El refugio es sendero de sueños. La luz encandelilla y enceguece, para evitar la quema de la córnea hay que mirar hacia otro lugar para descansar del prisma que destila su rocío multicolor.


“Cuando la razón se cansa de su papel ambivalente/ Ese verbo nos descubre”



La coraza con su huella humana y bestial. Lugar sin sustituto “donde la palabra puede caber con todas sus consonantes”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario