POESÍA DE JOSÉ PABLO QUEVEDO


Queridos Poetas del Mundo Alguien me preguntó una vez: Para que sirve la poesía?, y yo le contesté, haciendome también de las palabras y razonamientos de aquellos poetas que luchamos por conquistar la paz en este planeta; precisamente la palabra como arte bello, nos sirve para reflexionar y arremeter el tiempo en sus momentos dramáticos, de armonía o de cambio, pues el escritorio es el laboratorio de la idea y allí el poeta plasma un ideal y lucha con la palabra y la acción por forjar un mundo mejor. Y yo solamente puedo combatir en esta hora en que el poder imperialista desea torcer los destinos de la Humanidad con la palabra hecha poesía y con la solidaridad de la palabra.Y por eso estoy de acuerdo con vuestros mensajes de solidaridad y vuestras palabras. Vuestro,
José Pablo Quevedo


Arte Regresivo

El corazón del poeta

Una nave que es el corazón
del poeta
entrando a Gaza por sus mares,
y la multicolor bandera solidaria
flamea en las proas de cruceros.

Es la es la eternura de los pueblos en trigo
y en centeno,
es la eternura hecha juguete o libro
o medicamento para niños palestinos.

Pero ante cualquier nube de tormenta
el poeta va montado firmemente en su crucero,
va desafiando la amenaza de los acorazados
y sus cañones.

Entre la calma y la tormenta, el poeta sabe,
que Israel habla de la guerra y de guetos,
y su habla no es la piedra o la flecha daviniana,
sino son cañones vomitando el estupor
y la muerte a mansalva.


2

Israel hiede a carroña


Israel, vuestro Primer mandatario,
pena con su mandíbula de mentiras,
y su burla es al quinto mandamiento.
Su canibalismo imperialista puede más
y puede más el olor a sepulcro y a carroña,
y puede más el exterminio del hermano,
para darle a su dios el beso de Judas.

Israel, vuestros ministros, son fósiles sepulcrales,
repugnancia que la misma repugnancia odiaría,
y que las mismas hienas se arrepentirían
de haber sido paridas en la crueldad de la noche
de una sola luna.

Israel, vuestros sacerdotes,
son, ahora, homúnculos germinantes
de las probetas testaferras,
reptiles que a la hora de muerte
se inyectan de venenos
y expanden el dolor con bombas racimos.